martes, 28 de agosto de 2007

El beso


La noche había caído hacía horas. A penas asomaba un filo de luna en el cielo. Encendió las luces de la piscina y se tumbó en la hamaca a esperarle. Escuchó sus pasos firmes en el hall. Pudo imaginarlo vaciándose los bolsillos. La cartera, el llavero, el móvil, las gafas. Pudo verle aflojándose el nudo de la corbata mientras se dirigía al jardín. Observó cómo lo deshacía completamente y le resultó aún más atractivo con ella colgando de su cuello. En la radio sonaba Elvis. Le recibió ofreciéndole una copa de vino que había elegido cuidadosamente de la bodega. Brindaron. El cristal sonó con la melodía “I was the one”. Él le ofreció su mano invitándola a bailar. Hacía tiempo que no bailaban y se estremeció entre sus brazos aspirando una vez más su aroma. Cerró los ojos y se dejó llevar. Olía a él. Le escuchó pronunciar su nombre muy cerca de su oído con esa voz grave, sonora, cálida. Escuchó cómo vibraba cada letra en sus cuerdas vocales y sintió que se le aflojaban las rodillas. Hacía un calor sofocante y él fue bajando los tirantes de su vestido hasta que calló al suelo. Ella desabrochó su camisa lentamente besando su torso en cada palmo que los botones dejaban al descubierto. Desnudos los dos, se zambulleron en el agua y disfrutaron como hacía tiempo.
Las últimas notas de Elvis dieron paso a las señales acústicas de la hora. Sorbió un largo trago del “Cune” que con tanto esmero había escogido y escuchó cómo aquél hombre al que tanto amaba, le daba las buenas noches con un beso en la frente. Después le vio alejarse mientras se deshacía el nudo de la corbata bostezando camino al dormitorio.
Terminó de beberse la botella gran reserva guardada tantos años para una ocasión especial, y después se zambulló en el agua completamente ebria. La música de Elvis volvió a sonar.

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