viernes, 8 de febrero de 2008

Aprender a olvidar



Yo siempre me había sentido orgullosa de mi memoria. Nací con la habilidad de recordar. Mis primeros recuerdos son los de una sala blanca y vacía. Un señor antipático me separaba de mi madre y me tapaba la cara con algo que me hizo llorar. Creo que fue mi primer llanto. Claro que nadie cree que ese recuerdo sea real. Cuando me preguntan cuál es mi primer recuerdo, reprimo mi habilidad y digo que mi primer recuerdo es un collar de perlas turquesas que mi madre me dejaba tocar mientras metía una cucharita en mi boca. No me gustaba comer y me las ingeniaba para que ella siempre tuviera a mano su collar de perlas turquesas. Otro de mis recuerdos favoritos es un vestido blanco muy corto que dejaba al descubierto unas braguitas de puntillas que mi abuela me había regalado. Tampoco me creen. Mi abuela dice que esas braguitas iban encima de los pañales y que por tanto no puedo recordar. También me gusta recordar mi cuna de barrotes. Me ataban con unas pinzas metálicas las sábanas para que no me destapara en la noche. He de decir que dormí en la cuna hasta los tres años por falta de espacio en casa. Tengo otros muchos recuerdos de esa época que nunca menciono porque los adultos se morirían de vergüenza. Son muy dados a creer que los niños no se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor. Pero yo siempre digo que mis padres debían ser muy felices entonces, porque les oía reír en mitad de la noche.
No es sólo que la vida me dotara de la habilidad de recordar sino que puedo recordar con detalle. Antes de aprender a escribir dibujaba todo lo que veía. Utilizaba pinturas de todos los colores y aunque la vida no me dotó de habilidades pictóricas, aquellos garabatos me servían para recordar. Antes de ir al colegio aprendí a escribir y a leer. Como mi madre recitaba a todas horas poemas de José María Pemán y otros que no conocía, se me pegó hablar en verso y empecé a escribir mis recuerdos en poesía. No tienen ningún valor literario, sólo el valor de cristalizar el recuerdo. Luego vinieron los diarios. El primero me lo regalaron el día de mi primera comunión. Después vinieron otros muchos, hasta que me di cuenta que no necesitaba escribir, ni dibujar, ni pintar nada para recordar.
Incluso lo que no deseaba recordar se grababa en mi memoria a fuego y según pasaban los años los recuerdos eran menos divertidos. Mi madre pasó de la risa al llanto. Ella seguía pensando que yo olvidaría. Ése fue el primer recuerdo que quise borrar pero no sabía cuál era el proceso inverso al recuerdo. Intentaba taparme los oídos cuando algo me sonaba mal. Trataba de salir de casa para no ver las escenas que seguro recordaría como si las viviera una y otra vez. Funcionaba en la medida que podía desaparecer de la escena que estuviera aconteciendo. No siempre era posible.
Otras veces en cambio intentaba impregnarme de todo. Fui desarrollando la habilidad poco a poco con los cinco sentidos alerta, hasta conseguir oler, tocar, degustar, escuchar y ver los recuerdos a lo largo de los años por muchos que pasaran. Bastaba un ligero aroma a canela para ver a mi madre removiendo una olla de natillas con una cáscara de limón y un trozo de canela en rama que le daba ese inconfundible sabor a natillas caseras. Descubrí también que el recuerdo tenía un poder añadido con el que no contaba cuando me hacían relatar en las reuniones familiares los recuerdos que ellos habían olvidado y querían volver a recordar. Descubrí que además de verlos como se ve ahora un video casero o un álbum de fotos, podía sentir exactamente lo mismo que sentí en ese preciso instante.
La primera vez me asusté. No sabía si deseaba recordar al olor de una margarita, el primer desconsuelo del amor no correspondido cuando el último pétalo decía que “no”. Se me partió el corazón al recordar ese niño que me dijo “eres la niña más guapa de todas” y luego la margarita dijo que era mentira. Algunos pueden pensar que así se cura el desengaño futuro. A base de margaritas deshojadas y desconsolados llantos infantiles. Pero no. A mi me dolían todas las margaritas cada vez que el último pétalo decía “no”. Así aprendí que el proceso inverso al recuerdo debía ser “el olvido”. Pero la vida no me dotó de la habilidad de olvidar. ¿Se podrá aprender?

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tambien vivo asustado como tu por este majaretismos de no saber el porqué no tengo la habilidad de olvidar( especialmente de hace tres años para acá).
Te copio tu relato en mi blog porque me ha encantado.Gracias. Taba

María José dijo...

Es preciosa esta narración.Muy sutil y lírica. Muy llena de razón y verdad.
Gracias

Anónimo dijo...

YO TAMBIEN TENGO RECUERDOS DE TAN,TAN PEQUEÑA QUE ME DECIAN QUE ERA IMPOSIBLE QUE UNA NIÑA DE POCO MAS DE UN AÑO LO RECORDARA, PERO SÍ, RECUERDO QUE EN UN TREN UNA SEÑORA ME QUITÓ LOS PENDIENTES QUE ME REGALO MI HERMANO MAYOR (ME SACABA 14 AÑOS) CUANDO NACÍ DICIENDO QUE PARA QUE NO LOS PERDIERA... Y NO FUE UN SUEÑO

Unknown dijo...

No se puede olvidar. Se puede hacer como que. La otra manera es dejar de creer en los recuerdos. Lo más probable es que los hayamos construido a nuestro antojo.

carmen jiménez dijo...

Uff! Gracias por vuestros comentarios. Y gracias a Le santi, porque el suyo es casi como una respuesta divina.

Anónimo dijo...

Quiza es que nos negamos a olvidar

carmen jiménez dijo...

Quizá...

Arcadia dijo...

Ajá!! Te llamas Carmen Jiménez!! Encontré tu otro blog (no era muy difícil, tenías un link en el nuevo jeje).

Solo decirte que me encantó esta entrada. Yo también recuerdo casi todo lo que he vivido (aunque no tanto como tú, todo sea dicho), y por eso me ha gustado leerte. Me he sentido muy identificada...

Un beso enorme!

carmen jiménez dijo...

Pues es un gusto Arcadia, que alguien repare en mi otro yo. No fue hace tanto tiempo. Cuando el tiempo era mío. Ahora todo va muy deprisa y creo que nadie anda muy sobrado para leer las historietas de nadie. Por ello opté por pequeñas pinceladas de vida, de sueños, de imaginación...Pinceladas auténticas también, aunque disfrazadas. Santi me rescató de mi anonimato y ahora soy media luna.
Un beso.