Cómo deciros que hoy ha sido un
día grandioso. Uno de ésos que tiene de todo, pero de todo todo. Desde las
entrañas de la tierra hasta el mismo cielo. Hoy ha sido uno de esos días que no
se olvida. No es demasiado larga la lista. Sólo cabe lo importante, y hoy ha
sido un día importante.
Desde el más pequeño de mis hijos hasta el más
grande, pasando por el mediano, que no me acostumbro, porque siempre fue el
pequeño, mi corazón ha rebosado. Parecía
que el protagonista del día fuera a ser don Lucas, ¡quién si no en estos
últimos tramos de la vida! Pero ha resultado ser don Pablo, “caramelo”, que diría
mi madre. Y sin embargo, sin la ayuda inestimable de su hermano, mi hijo mayor don Alberto Beltrán
de Jiménez, no hubiera cumplido el sueño de ver graduarse a Pablo. Error mío sin duda, una vez más. Dicen que”
un padre o una madre es para cien hijos, pero cien hijos no son para una madre
o para un padre” que no me gusta a mi hacer distinciones. Pues en mi caso, mis
hijos están para mi casi más de lo que yo estoy para ellos. Y les doy las
gracias. Hoy que ha sido un día especial, que Lucas cumple años en tres días,
que Pablo ha visto cumplirse un sueño con su esfuerzo, su tesón, sus errores a
cuestas, a pesar de los pocos años que cuenta, de los que tanto tanto tanto, ha
aprendido y me ha permitido aprender a mi. Porque los errores de los hijos, yo
no puedo sino sentirlos míos, a pesar de saber que cada uno hemos cometido los
nuestros.
Sea como sea, hoy ha sido un gran día. Podría
haber sido mejor, si hubiera sabido que hoy era su graduación (es un defecto
mío buscar siempre tres pies al gato). Me hubiera vestido de largo, hubiera
estrenado un vestido que tengo guardado desde no sé cuándo, esperando en el
armario, o en el almario que diría mi amiga la gran poeta Montojo, para una
ocasión especial. Y ésta lo era sin duda. Algunos pensarán que estoy hablando
de la graduación. Pero no. Estoy hablando de lo que cuesta a cada cuál llegar a
su objetivo, cumplir su sueño, luchar contra los obstáculos del camino, y no
rendirse jamás. Creo que es algo que
trato de enseñar a los tres. Hay que perseguir los sueños hasta el último
aliento. A mi ya me falta, pero los miro, a los tres, y siento que la vida
merece la pena, que sólo puedo mostrar agradecimiento por más que haya desiertos.
Los oasis existen.Lla vida brota de entre las piedras. Hoy he recordado que he vivido una vida
entera tratando de ser una buena madre,
la mejor a ser posible, y he comprendido que si bien no he sido la madre de mis
sueños, ellos son los hijos de los míos. Feliz cumpleaños Lucas, feliz carrera,
don Pablo, y para ti, mi niño más grande, feliz vida que te la has ganao con tu
esfuerzo y tu sudor.
II
Lucas sólo quería ir a la feria.
El domingo cumple siete añitos, siempre dije que esa edad es el final de la
primera infancia. Él quería ir a montar en la montaña rusa, y yo le iba a
llevar, pero eso fue antes de saber que Pablo se graduaba, que hoy era su día.
Y Lucas, tras un repentino llanto, en seguida lo comprendió. No crean que se quedó
sin feria, somos muchos los que le queremos, y además mañana, celebra su fiesta
y la casa se llenará de niños y de niñas, de padres y de madres que nos
acompañarán. Aunque no sea uno de junio, Lucas está de celebración hace ya más
de una semana y sin embargo, hace poco, me dijo que él no quería hacerse
adulto. Yo no lo supe hasta casi los treinta, pero me ha salido un niño listo.
Si habéis llegado hasta aquí, es
que sois mis amigos.